La industria de defensa ha enfrentado grandes desafíos en las últimas décadas, especialmente en los años de la crisis económica mundial y sus consecuentes restricciones presupuestarias. Sin embargo, ha logrado evolucionar rápidamente, con un gasto global por países de cerca de 2 billones de dólares.
También es un generador relevante de riqueza en los lugares donde está, estableciendo redes productivas donde las empresas auxiliares que prestan servicios a grandes fabricantes juegan un papel decisivo. Así, esta actividad en los próximos años se determinará por dos factores principales: una mayor cooperación internacional en la fabricación de productos y la prestación de servicios y la adaptación al nuevo escenario en el que se mueve la denominada industria 4.0, con la digitalización impulsando el desarrollo tecnológico.
El futuro del sector pasa por la orientación a la satisfacción del cliente y un diálogo adecuado con ellos, ya que exigen una mayor implicación en los procesos de gestión de la innovación, el diseño, la cadena de producción, la prueba y el apoyo logístico. Convertir esta demanda en una oportunidad determinará el futuro del sector en los próximos años.